miércoles, 4 de diciembre de 2013

Alejandro Jodorowsky Habla Del Árbol Genealógico

- ¡Habla de él como si realmente se tratara de un árbol con vida propia!
Alejandro Jodorowsky: ¡Es que lo es! Algunos psicoanalistas que han hecho estudios genealógicos han querido reducirlo a formas matemáticas, han querido racionalizarlo. Pero el árbol no es una cosa racional, es un ser orgánico, ¡una especie de árbol! Y me di realmente cuenta cuando realicé el experimento de teatralizar los árboles genealógicos.

- ¿Cómo se le ocurrió esta idea?
Alejandro Jodorowsky: Todos tenemos un tiempo y espacio interiores. Para trabajar sobre el tiempo interior, le preguntaba a la gente: "¿Cuánto tiempo piensa vivir?". Y ellos me respondían: ochenta y seis años, sesenta años, setenta y cinco años... Y me di cuenta que eran edades en las que murieron miembros de sus familias. También descubrí que las mujeres daban a luz a la misma edad que sus madres. Dicho de otra manera, nuestros antepasados nos legan un determinado tiempo. Y también nos legan un espacio; un espacio en función de la moral, la religión y la inteligencia de nuestro árbol. Yo comprendí que, para ampliar mi inteligencia, tenía que ampliar el espacio interior que mis antepasados me habían legado. Entonces me pregunté dónde estaba esa familia interior. Todos tenemos una representación de nuestra familia que abarca el árbol entero, con sus imposibles y sus deseos. También descubrí que la familia de cada uno se ordenaba dentro de su espacio mental y me imaginé, esto fue en los años setenta, que este orden podría llevarse al escenario de un teatro, donde yo podría repartir el espacio interior de alguien pidiéndoles a mis alumnos, o a las personas que hubieran venido a mis clases, que representaran a los miembros de sus familias. ¿Cómo ordenarlos en el espacio? A algunos, me vinieron ganas de darles sillas, a los más humillados les pedía que se pusieran de cuclillas en el suelo, a los olvidados y excluidos les dije que se colocaran lo más lejos posible, los muertos estaban en el suelo, los niños se ponían de espaldas, etc. Todo esto formaba una enorme escultura en el espacio. Y al protagonista le preguntaba dónde se situaría él. Todo esto está explicado en L´Arbre du dieu pendu...
Nos remontábamos tan lejos en el pasado que la persona podía recordar su árbol o podía imaginárselo. Personalmente, yo también hice retroceder mi árbol hasta 1450 ampliando hasta ese punto mi tiempo, mi territorio y mi consciencia. Porque, dentro del árbol genealógico, también sitúo el nivel consciente. Uno primero ordena a su familia como una escultura en el espacio y en el tiempo, y después calibra su nivel de consciencia. Al hacer esto, perseguía tres objetivos: conocer todo el universo, vivir tanto como él y ser su consciencia. Tres ideales divinos. El nivel más alto de consciencia es alcanzar ese impensable que llamamos Dios. Mientras no alcancemos el impensable, no tendremos una consciencia totalmente evolucionada y conservaremos una visión dualista de nosotros mismos. Sin embargo, si dejamos atrás toda dualidad, ¡la plena realización de la consciencia se revela y también su desaparición!

Extracto del libro: “Mis Antepasados Me Duelen”, de Patrice Van Eersel y Catherine Maillard 


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Montaje de Imagen: Manny Jaef 
@alejodorowsky en Twitter

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