domingo, 20 de abril de 2014

La Vida Sexual De Cristo

Ante la cuestión de la vida sexual de Cristo, no me corresponde a mí sino a cada uno imaginarla. No me prohíbo hacerlo, pero no me corresponde narrar lo que he imaginado. Ya presenté todas las bases: que el lector la imagine por sí mismo. Es evidente que Cristo tuvo hormonas y que debió de conocer los deseos. ¿Qué hizo con ellos? Propongo al lector que en su corazón se concentre en Cristo, y se diga «Esta noche, yo soy el Avatar. Mi sexo es bello porque me encuentro en santidad». El Cristo no puede tener un sexo feo. El lector debe preguntarse qué es un sexo bello. No lo es uno que esté castrado, uno impotente, uno estéril, uno que padece eyaculación precoz... El Cristo no puede sino tener un sexo completamente normal: de otra manera no es el Cristo. Sugiero a quien me lee que imagine esto en primera instancia: «Mi cuerpo se parece exactamente al de Adán, puesto que soy un prototipo. María es la mujer más hermosa y yo soy el hombre más bello. ¿Qué hago de mi sexualidad? Porque dispongo de una. ¿Me la oculto? ¿Jamás conoceré el orgasmo? ¿Nunca experimentaré la emisión de esperma? ¿Viviré ignorante de lo que es hacer el amor? Si desconozco esto último, no conozco al ser humano».

Plantéese el lector la cuestión. Póngase en el lugar del Cristo. Corresponde a cada uno de nosotros responder con su alma.
Si tomamos a los Evangelios como un mito, es evidente, el Cristo actúa como un espejo donde el inconsciente del creyente se refleja. Nadie debe asombrarse de que gran número de homosexuales, colmados de fervor religioso, necesite imaginar un dios homosexual. Basándose en un par de versículos de Marcos (14: 51-52), sostienen que Jesús al ser arrestado fue sorprendido durmiendo con un joven:

Pero cierto joven le seguía, cubierto el cuerpo con una sábana; y le prendieron; mas él, dejando la sábana, huyó desnudo.

Y agregando a esto el comienzo del versículo 20 del capítulo 21 de Juan:

Volviéndose Pedro, vio que les seguía el discípulo a quien amaba Jesús, el mismo que en la cena se había recostado al lado de él...

construyen una versión que les permite abordar su religión no sintiéndose juzgados por la divinidad. Algunas lesbianas sostienen que el Cristo fue una diosa barbuda. El cineasta Pier Paolo Pasolini, en su película Teorema, nos muestra un ser angélico polisexual (de toda evidencia un Cristo) que seduce a toda una familia (padre, madre, hijo, hija y también a la criada). No me habría sorprendido si el poeta hubiera extendido la seducción también a los animales domésticos. Por esto, repito, la vida sexual de Cristo corresponde a cada uno imaginarla. Claro está que lo que uno imagina no debe querer imponerlo a la totalidad de los creyentes. En este aspecto tan íntimo es necesaria una sana tolerancia.
Por ejemplo, a través de los siglos se ha deslizado una interpretación inconfesable porque desobedece al tabú principal: la prohibición del incesto... Freud se encargó de demostrar que el inconsciente humano reposa sobre una base edípica. En la tragedia griega, Edipo, sin saberlo, mata a su padre, se casa con su madre y procrea varios hijos con ella.
Cuando esto le es revelado, se arranca los ojos. Ya no quiere ver... Las pulsiones incestuosas de este tipo bucean bajo la conciencia de la colectividad e imponen escabrosas interpretaciones al mito. Mas como son implacablemente culpabilizadoras, la humanidad las transforma, haciéndolas emerger disfrazadas. Como para el Inconsciente un nombre es una definición -todas las Marías son una sola y misma María-, para poder expresar el nudo edípico transforma a la Virgen María en María Magdalena. Si unimos el Ma de María y el Ma de Magdalena obtenemos «Mamá».

La incontrolable imaginación humana tienta al creyente para que imagine a Dios Padre inseminando a María simplemente como un padre realizando el incesto con su hija. Por los mecanismos del mito que son los del sueño», el padre entra completamente en el vientre de su amada y se convierte en su hijo. Ahora María es madre de su padre. Da a luz al dios encarnado. Lo cría hasta que se hace púber. Entonces el padre adoptivo, José, desaparece (como el progenitor de Edipo) y Jesucristo toma su sitio: se convierte en el marido de su madre (disfrazada de María Magdalena) y procrea hijos con ella. Este deslizamiento del incesto hacia la prostituta, a la que se la convierte en una Sabia, invade hoy en día las librerías con incontables volúmenes. Pero el deslizamiento edípico no es sólo de este siglo, ya en el mito Gnóstico de Sofía (otro disfraz de la Virgen María) Jesús eleva a Sofía desde el ««mundo del terror», se convierte en su «esposo sagrado» y la lleva al cielo. Leyenda en todo semejante a la asunción de la Virgen María, rescatada de nuestro pecador mundo y llevada al cielo, donde reina junto a Cristo... Ciertas monjas llevan en el anular una argolla de casamiento, su esposo es Jesús...

En verdad, los Evangelios eluden sabiamente toda definición sexual del Mesías. El error estriba en que un tema como éste sea tabú. No obstante debe plantearse. Nuestra vida sexual corresponderá a la respuesta que nos demos: si respondemos con autenticidad, estaremos de inmediato equilibrados; pero si rehusamos pensar en este tema, inhibiremos nuestra energía creativa. Hace dos mil años que la Iglesia se ha desequilibrado al negar esta cuestión. Si la resolvemos, dándonos la solución en nuestro interior, lograremos el equilibrio personal. Evidentemente, no tenemos necesidad de confiar nuestra respuesta a nadie: guardémosla en el secreto de nuestro corazón del mismo modo en que la Virgen guardaba todas las emociones en su corazón. Esta respuesta no corresponde sino a cada uno de nosotros y, si es sincera, es de una belleza sublime.

FIN

Alejandro Jodorowsky, en “Evangelios para sanar” (Ed. Siruela)
Pintura: Guido Reni - The Baptism of Christ


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