miércoles, 23 de abril de 2014

Psicomagia Aplicada En Casos De Ataque De Culpabilidad

A veces, sin razón aparente, algunas personas se sienten culpables sin saber de qué. Con toda seguridad deben ser impulsos reprimidos en la infancia. No todos estamos dispuestos a seguir a fondo el consejo grabado en los templos de la antigua Grecia «Conócete a ti mismo», hay muchas cosas que preferimos dejar en la oscuridad del inconsciente.
Sentimos que no tenemos problemas graves y no queremos complicarnos yendo a abrir viejas heridas para extraer dolores inconsolables. Para deshacerse de manera cómoda de un irracional ataque de culpabilidad, propongo al/la consultante, antes que nada, que:
Vaya a un spa o a un balneario a tomar un baño de barro, dejando escapar su mal humor mientras gruñe: «No soy culpable de nada. Una suciedad que no me pertenece me está ensuciando el alma. Basta. Voy a limpiarme, primero yo y luego todo mi árbol genealógico». Una vez duchado, secado, perfumado y vestido con ropa limpia, debe volver a
su casa, ponerse de pie delante de un foco encendido para que éste proyecte su sombra sobre una sábana de plástico extendida en el suelo. Una persona amada, o un amigo/a íntimo, o en su defecto un terapeuta, debe con agua, jabón y una escobilla, mientras él permanece inmóvil, lavarle cuidadosamente la sombra, luego secarla y perfumarla. La sábana de plástico debe ser guardada en una bolsa negra, para volver a usarla en caso de que sobrevenga un nuevo ataque de culpabilidad.
Ya sintiéndose mejor, el consultante debe ir a un cementerio llevando con él un recipiente lleno de agua, jabón, una escobilla y un vaporizador de perfume; luego, limpiar y perfumar catorce tumbas, siete de hombres y siete de mujeres, diciendo delante de cada una de ellas una palabra diferente: «Padre», «Madre», «Abuela paterna», «Abuelo paterno», «Abuela materna», «Abuelo materno», y luego cuatro veces «Bisabuela» y cuatro veces «Bisabuelo».
A veces, sin quererlo, cometemos errores, que sentimos como deudas morales, sintiéndonos incapaces de arreglar el daño que hemos hecho.
Recomiendo en este caso a los consultantes que, antes que nada reconozcan su deuda, que luego la evalúen y después la paguen.
A una mujer argelina que sufría sin cesar, sintiéndose culpable porque, presenciando de lejos una explosión que asesinó a sus padres, en lugar de lamentarlo se puso a reír, le aconsejé invertir la mayor cantidad de dinero que le fuera posible en comprar joyas, que luego viajara llevando ese tesoro hacia la ciudad donde murieron sus padres y que lo enterrara en un sitio lo más cerca posible de la explosión.


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Alejandro Jodorowsky en “Manual de Psicomagia”.
@alejodorowsky en Twitter
Imagen: mad-dame


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