miércoles, 28 de enero de 2015

El Loco y El Ermitaño En La Poética De Alejandro Jodorowsky. El Fragmento Como Pensamiento Viajero (Tercera Parte)


La escritura fragmentaria de Jodorowsky es también, en primer orden, escritura de la paradoja de la muerte en la misma escritura, pues ya sabemos con Blanchot (y también con Derrida), en La literatura y el derecho a la muerte, o El paso (no) más allá, que escribir es morir, pues la muerte y el pensamiento son tan cercanos entre sí que “pensando morimos” (Blanchot El paso, 29). Lo radical de esta relación es lo puesto en la escritura del fragmento, pues no hay palabra si no hay muerte, y de esta misma afirmación no hay espacio para esta imposibilidad del pensamiento (no) muerto que es el de la palabra ya (no) muerta. Una escritura brillando por su ausencia. Un escritura del instante de la muerte. La nada y la totalidad convienen al mismo espacio-tiempo y el lenguaje dialéctico de la paradoja evidencia la superficialidad alegórica que la extremidad de escribir frente a la muerte tiene de (im) posible. Pues si hay escritura poética no conviene ninguna forma para evocarla, pues su evocación es liminar al cambio constante. El aforismo es cercano y favorable para comunicar, pero su escritura no es la de un aforista tradicional, pues al recurrir a “una” forma poética se estaría en la tradición de la sistematización y la metafísica que el habla fragmentaria supera utilizándola.

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Lo que te digo aquí
aquí se queda
Me voy sin nada (Jodorowsky, Piedras 11)

Si nos acercamos ahora más a una analítica en clave “postmoderna”, el estilo fragmentario literario, tal como insinuamos antes, procedería de un “clima” cultural signado por una relación espacio-temporal cercana al instante. Una escritura fragmentaria propia del consumo disperso y no continuo de nuestro clima. En este sentido es como si la escritura se hiciera según el modo de vida. El estilo “Nano” de esta escritura conviene a los flashes que el imaginario posmoderno nos ofrece como el nuevo escenario cotidiano del teatro del mundo. El minimalismo de las tecnologías de empequeñecimiento llevadas al límite de una nueva desaparición (o estética de la desaparición), como los nanobots que exploran nuestro torrente sanguíneo o las instantáneas audiovisuales que vemos en las fiestas electrónicas o las fotografías que se hacen públicas al globo mediante el instagram, nos convocan a un encuentro con el mundo producido para lo efímero.

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También soy
lo que no soy
Es decir tú (Jodorowsky, Piedras 44)

Para Jodorowsky, esta forma del momento y el viaje, no es el límite para la auto contemplación narcisa del ego, del cual el pensamiento metafísico de filosofías egopáticas publicitan como terapias del “autoconocimiento personal”, pues si hay búsqueda espiritual “interior” la hay para el advenimiento del “otro” como “legítimo otro” y, por ello, la amistad y la solidaridad son los índices de esta poesía pulverizada.

La muerte, en la poética jodorowskyana, es también instante. El alcance de la vida no es el limitado por el de las biografías oficiales, pues hay vida “antes” y “después” de la vida como “antes” y “después” de la muerte. De esta forma, su poética se emparenta con la filosofía de la “singularidad” en la que Bostrom y Kurzweil nos invitan a pensarnos a nosotros mismos como seres de un porvenir inmortal. En este sentido, Jodorowsky ha convertido su habla poética en un habla “utópica”, un habla de la posibilidad y el advenimiento de un ser “inmortal” que trascienda la muerte y supere el nudo más radical (probablemente) de la humanidad (hasta ahora).

Continuará...

Autor: Cristian Cisternas Cruz
Imagen: Navigator Tarot

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