domingo, 11 de octubre de 2015

Magia Sexual


Según Alejandro Jodorowsky: “La locura para la mente, el amor para el corazón, la magia para el sexo, la libertad para el cuerpo...”

Escrito está con carbones encendidos en el libro extraordinario de la vida, que el amor ardiente entre varón y hembra obra mágicamente.

Hermes Trismegisto (*), el tres veces grande Dios Ibis de Thot, dijo en su tabla de esmeralda: “Te doy amor en el cual está contenido todo el súmmum de la sabiduría”.

Todos tenemos algo de fuerzas eléctricas y magnéticas en nosotros y ejercemos, al igual que una magneto, una fuerza de atracción y otra de repulsión. Entre los amantes es especialmente poderosa esa fuerza magnética, y su acción llega muy lejos.

La magia sexual (o “Sahaja Maithuna”) entre marido y mujer, se fundamenta en las propiedades polares que ciertamente tienen su elemento potencial en el sexo.

No son hormonas o vitaminas de patente lo que se necesita para la vida, sino auténticos sentimientos del tú y yo, y por ende el intercambio de las más selectas facultades afectivas, eróticas, entre el hombre y la mujer.

La ascética medieval de la fenecida edad de Piscis, rechazaba el sexo calificándolo como tabú o pecado. La nueva ascética revolucionaria de Acuario se fundamenta en el sexo; es claro que en los misterios del “Lingam-Yoni” se halla la clave de todo poder. De la mezcla inteligente del ansia sexual con el entusiasmo espiritual, surge, como por encanto, la conciencia mágica.

Un sabio autor dijo:

“La magia sexual conduce a la unidad del alma y la sensualidad, o sea la sexualidad vivificada: lo sexual pierde el carácter de lo sospechoso y menospreciado que sólo se acata secretamente y con cierta declarada vergüenza; por el contrario, es puesto al servicio de un maravilloso gozo de vivir, penetrado por él y alzado a componente de la afirmación de la existencia que asegura felizmente el equilibrio de la personalidad libre”.

Necesitamos con urgencia evadirnos de la sombría corriente cotidiana del acoplamiento vulgar común y corriente y entrar en la esfera luminosa del equilibrio magnético del “redescubrimiento en el otro”, de “hallar en ti la senda del filo de la navaja”, “el camino secreto que conduce a la liberación final”.

“Sólo cuando conocemos y empleamos las leyes del magnetismo entre los cuerpos y las almas, no serán ya más imágenes fugaces y sin sentido, nieblas que se desvanecen en la luz, todas las palabras sobre amor, sexo y sexualidad”.

Es ostensible la tremenda dificultad que presenta el estudio de la magia sexual. No resulta nada fácil querer mostrar como “aprendible y visible” la sexo yoga, el “Maithuna”, con su gobierno de las más delicadas corrientes de nervios y las múltiples influencias subconscientes, infraconscientes e inconscientes sobre el ánimo.

Hablemos claro y sin ambages; este tema es cuestión de experimentación íntima directa, algo demasiado personal.

Renunciar a la concupiscencia animal en aras de la espiritualidad es fundamental en la magia sexual, si es que en verdad queremos encontrar el hilo de ascenso de Ariadna, el áureo bramante que ha de conducirnos de las tinieblas a la luz, de la muerte a la inmortalidad.

Un gran filósofo cuyo nombre no menciono dijo:

“Si las auténticas fuerzas procreadoras, las anímicas y espirituales, se hallan situadas en el fondo de nuestra conciencia, encontramos precisamente en el “sympathicus”, con su red irradiadora de sensibles mallas de ganglios, al mediador y conductor a la realidad interior, que no sólo influye sobre los órganos del alma, sino que también gobierna, dirige y controla los centros más importantes en el interior del cuerpo; guía, de manera igualmente misteriosa, la maravilla de la concepción hasta el nacimiento del nuevo ser, así como los fenómenos del corazón, riñones, cápsulas suprarrenales, glándulas generadoras, entre otras”.

“En cambio, a toda sensibilidad y espiritualidad, a la vida ritmizada, intenta él, como auténtico 'spiritus creator' del cuerpo, y mediante la dirección de la corriente molecular y la cristalización de rayos cósmicos, balancear en el ritmo del universo a todos los elementos psíquicos y físicos que le están subordinados”.

“Este 'nervus sympathicus' es en realidad también un 'nervus ideoplasticus', debe ser comprendido como mediador entre nuestra vida instintiva inconsciente y la moderación de la viva imagen impresa en nuestro espíritu desde eternidades; es el gran equilibrador medio que puede apaciguar y reconciliar a la perpetua polaridad, a las albas y crepúsculos del sol del alma, a las manifestaciones de negro y blanco, amor y odio, Dios y Diablo, exaltación y decaimiento”.

El andrógino divino de la primera raza humana, “Adán Kadmon”, se propagó sólo por el poder de la voluntad y de la imaginación mágica, unidas en vibrante armonía.

Los antiguos sabios de la Cábala afirmaron que tal potencia volitiva e imaginativa se perdió por la caída en pecado, por lo que el ser humano fue arrojado del Edén.

Esta magnífica concepción sintética de la Cábala hebraica tiene por base una tremenda verdad; siendo así, es precisamente función de la magia sexual restablecer dentro de nosotros mismos esa unidad original divina del andrógino paradisíaco.

Cierto sabio dijo enfáticamente lo siguiente:

“Obra la magia sexual transfigurando corporalmente y procura una acentuación ideal a lo sexual en el alma. Por eso son capaces de magia sexual sólo los seres que tratan de superar el dilema dualista entre el mundo anímico y el de los sentidos, quienes dotados de íntima 'vela', se hallan absolutamente libres de cualquier especie de hipocresía, mojigatería, negación y devaluación de la vida”.

Adaptado de un texto de Samael Aun Weor

(*) Sobre Hermes Trismegisto y otros temas esotéricos, Alejandro Jodorowsky recomienda que busques en el “Glosario teosófico” de H. P. Blavatsky.


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