lunes, 19 de octubre de 2015

Paradojas Y Doble Vínculo En Psicoterapia (Cuarta Parte)


Más de lo mismo y cambio

Las prescripciones paradójicas tienen el objetivo de provocar un cambio que traiga bienestar al paciente. Esto se logra al darle al paciente “más de lo mismo”, en hacer que se comporte como ya lo está haciendo, utilizando una prescripción.

Es importante aclarar que este “darle más de lo mismo” no consiste en tratar de que la persona se comporte de manera distinta a como lo ha venido haciendo ni en dar una instrucción o “consejo” del tipo “Deje de beber” o “Trate de comprar menos” que seguramente ya escuchó de amigos y parientes, ya que esta prescripción no es terapéutica. Este tipo de mensaje se basa en el idea de que, “con un poco de voluntad”, las cosas podrían cambiar y que, por lo tanto, la persona o personas afectadas pueden elegir entre la salud y el sufrimiento. Desgraciadamente, este enfoque fracasa en el caso de los síntomas, porque el paciente no ejerce un control deliberado sobre esa conducta, por lo que nos es necesario tomar un “atajo” o hacer una “pequeña trampa” (la prescripción paradójica) para que el paciente logre el cambio que desea (Watzlavick 1997).

En el tipo de cambio que se logra mediante el uso de la prescripción paradójica interviene la voluntad de cambiar, por una parte, y la voluntad de realizar lo prescrito; mediante éstas, el paciente recupera el control que creía haber perdido sobre su conducta. El paciente termina actuando espontáneamente al “forzarse” a hacer algo mediante su voluntad.

Si bien es cierto que la voluntad juega un papel importante en el cambio, por otra parte, “la gran paradoja del cambio es que sólo conseguimos alcanzarlo cuando nos olvidamos de él” (Vallés, 1987). Por ejemplo, si estoy tenso y quiero forzar mi relajación, por supuesto que lo único que consigo es aumentar mi tensión. Paradójicamente, pero evidentemente, la única manera de relajarme es permitirme estar tenso. Estoy tenso, lo acepto, así están bien las cosas. Me doy permiso para estar todo lo tenso que me dé la gana. Lo mismo sucede cuando estoy nervioso, cuando quiero dormir a la fuerza, cuando tartamudeo, cuando me siento obligado a amar a alguien. El oponerme a la realidad de la situación (que incluso en ocasiones me parecerá injusta) sólo incrementa mi molestia, dolor o sufrimiento.


Las paradojas y del doble vínculo terapéutico en Gestalt

En la psicoterapia Gestalt se aplican técnicas que facilitan la supresión de conductas dañinas para el paciente o que promueven el cambio hacia lo positivo. Algunas de estas técnicas, las cuales se describen a continuación, están relacionadas con las paradojas y el doble vínculo terapéutico.

El psicoterapeuta Gestalt en ocasiones utiliza la paradoja para resumir o confirmar aquello de lo que el paciente se da cuenta: “Es decir que por no querer sufrir, terminas sufriendo”, “¿Quieres decir que en ese caso actuaste bajo la idea de que ‘la mejor defensa es el ataque’?”, “¿Eso que me dices, es como cuando le haces a alguien lo que temes que te hagan a ti?”. O bien, se utiliza para hacer ver al paciente aquello de lo que no se da cuenta: “¿Es decir que le impones tu voluntad para que ella aprenda a defenderse?”, “¿Cómo le has hecho para soportar por tanto tiempo esa situación que consideras insoportable?”, “¿Te das cuenta que cuanto más tratas de tener el control sobre tus hijas más fácilmente lo pierdes?”.

En la utilización de la paradoja, el paciente tiene acceso a su intuición, a sus emociones y a su creatividad, que son funciones del hemisferio derecho. Si tomamos en cuenta que generalmente el paciente recurre a la lógica, la razón y el análisis, que son funciones del hemisferio izquierdo, entonces, al asimilar las paradojas, estaría utilizando ambos hemisferios cerebrales. Cuando ambos hemisferios se encuentran en colaboración unitaria, el paciente puede sacar un mayor provecho de la sesión terapéutica.

Otra herramienta ampliamente usada en Gestalt es la llamada técnica de “experimentar el vacío”, que consiste en hacer contacto con las sensaciones desagradables o con el vacío existencial. Se le propone al paciente que no evada sus sensaciones por muy desagradables que éstas sean, que permanezca con ellas (contrario a lo que usualmente hace) y que simplemente se dé cuenta de lo que sucede, de lo que surge dentro de sí. A partir del contacto que hace el paciente con su sensación y de los recuerdos, imágenes o palabras que surjan, se puede comenzar el trabajo terapéutico. Al tomar contacto con su sensación de vacío y permitirle a esa sensación “ser” o “expresarse”, la persona, paradójicamente, comienza a llenar ese vacío; en ese momento el vacío estéril comienza a convertirse en un vacío fértil (Salama, 2002)

En esta técnica se utiliza al mismo “malestar” para combatirlo y reducirlo en la medida de lo posible. Se trata de aprovechar la lección que la sensación desagradable de vacío trae consigo para llegar a la madurez, el desarrollo y el crecimiento (Vallés, 1987). La paradoja consiste en que en ocasiones es necesario sufrir para dejar de sufrir.

En Gestalt, cuando se observa la resistencia en el paciente –la cual se considera una autointerrupción de la energía— el terapeuta se “alía a la resistencia”, es decir, no se opone a la actitud que el paciente está teniendo. Así, por ejemplo, si el paciente interrumpe el libre fluir de su energía al posponer (“luego lo hago”), el terapeuta insiste en que el paciente tiene razón; que es mejor no hacer las cosas en este momento, después de todo, ¿quién quiere tener éxito?”; que es más cómodo no hacer las cosas; en que la pereza seguramente le traerá grandes beneficios y en que no tiene ningún caso hacer el esfuerzo que involucra el dejar de posponer; en fin, el terapeuta no se opone a la actitud del paciente, al contrario, la alienta con el fin de que el paciente se dé cuenta de su actitud. En esta técnica también está involucrada la paradoja, ya que al aliarse a la resistencia el terapeuta en realidad está prescribiendo el síntoma. (Salama, 2002)

Otra forma en que el doble vínculo terapéutico se utiliza en Gestalt es mediante la prescripción del síntoma que implica una predicción de éste. Mediante la predicción del síntoma se evita que éste ocurra. Esto se puede observar en la vida diaria cuando, por ejemplo, en una conversación alguien está a punto de decirnos algo que nosotros podríamos encontrar molesto. En este caso la persona comienza por decir: “Tengo algo que decirte, sé que te vas a enojar mucho y quizás me odies,...”. El emisor del mensaje predice de alguna forma la reacción o la conducta del receptor, ante lo cual, con frecuencia, el receptor no reacciona con la intensidad que el emisor predijo.

El terapeuta también puede predecir algunos de las reacciones del paciente cuando le asigna tareas. Por ejemplo, “Vas a experimentar una fuerte resistencia a ir a la entrevista, es muy probable que quieras evitarlo”. Ante esta prescripción de la reacción, es común que el paciente reporte no haber tenido una reacción tan extrema, con lo cual puede cambiar su visión y actitud hacia lo que evitaba. Lo mismo sucede cuando durante la sesión terapéutica se le dice al paciente antes de un experimento que “el experimento involucra cierta dificultad, que si está dispuesto a realizarlo y que si cree que verdaderamente puede”. Al hacer esto se está utilizando también la predicción del síntoma. Por supuesto que es necesario tener muy claro que la predicción también puede funcionar como una programación, en cuyo caso se obtendría el efecto contrario al deseado. Por tal motivo, este tipo de predicciones se deben utilizar con extremo cuidado y sólo estando seguro de que van a funcionar como se pretende.

Continuará...

Fuente: Espacio Gestalt (Espacio personal de Víctor Jiménez: Psicoterapeuta Gestalt)   

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