sábado, 7 de diciembre de 2013

Mágica, Sagrada, Alquímica, La Poesía De Alejandro Jodorowsky (Séptima Parte)

La Psicomagia sería una escenificación poética equivalente a la “extracción de la piedra de la locura”. Este motivo, de carácter iniciático, recuerda los intentos del mago por lograr la extracción de la piedra filosofal. Aparece en numerosas obras artísticas (en cuadros de Brueghel y El Bosco) y literarias, entre otras La piedra de la locura (1963) de Fernando Arrabal y La extracción de la piedra de locura de Alejandra Pizarnik (1968). La extracción de la piedra es la lucha con los demonios interiores, también con el lenguaje. 
Jodorowsky equipara la poesía a la piedra en poemarios como Piedras del camino (2004) y Todas las piedras (2008), donde una escritura tipo haikú emula la naturaleza compacta y hermética de esa materia. La piedra es reincidente en el imaginario surrealista: escriben sobre ella André Breton, que publicó el ensayo La langue des pierres (1957); Octavio Paz Entre la piedra y la flor (1937); “Piedra nativa” y Piedra de sol (contenidas en Semillas para un himno 1943-1955), y también Piedras sueltas (1955). Roger Caillois tiene Pierres (1966) y L’Écriture des pierres (1970). César Vallejo escribió poemas como Piedra negra sobre una piedra blanca, recogido en Poemas humanos (1931-1937).
La poesía, la palabra como piedra. Su poder dependerá de cómo se emplee, pues existen piedras sagradas, piedras victoriosas como aquélla con que David mata a Goliat, piedras que señalan el camino, piedras filosofales... Así también hay palabras que abren las puertas hacia lo trascendente, otras que hieren y se clavan en lo profundo; hay palabras que se difuminan como bruma en un “no sé qué que queda balbuciendo”; existen palabras que guían en mitad de la noche: “No trates de convencer / brilla” (Jodorowsky, Poesía sin fin 358). Hay, en fin, palabras que salvan del naufragio:

Desde mi locura
lancé mis poemas
para anclarme
en tu carne
(Jodorowsky, Poesía sin fin 325).

El verso “desde mi locura” remite nuevamente a esa extracción de la piedra de locura; es decir, a la poesía filosofal. Alquimista y poeta tienen algo de locos, pues ambos realizan experimentos, atisban nuevos horizontes, creen en el poder de la imaginación... Pero se trata de una locura aparente, casi premeditada, de quien sabe que todo conocimiento es parcial y relativo, superficie especular de un río que no puede ser apresado; es la humilitas socrática disfrazada de una provocación que tantea los límites mentales de quien contempla y juzga. Tal vez sea la locura de quien posee una demasiada clarividencia, de quien es tan libre que no se amolda a los rígidos esquemas de la sociedad. Aprovechando esta imagen Jodorowsky se identifica con el arcano mayor de El Loco que aparece en el Tarot de Marsella, pero es preciso leer entre líneas: el Loco no tiene cordura, es decir, no está atado por las cuerdas de la mente y por lo tanto simboliza la libertad sin límites. Se trata además de la única carta del Tarot que no tiene número: no puede ser pensado ni contabilizado racionalmente, y por ello puede representar la totalidad; sería una apropiación del “yo soy los otros, cualquier hombre es todos los hombres” (Ficciones 144) de Borges con acento y estilo jodorowskiano. A ese Loco le dedica el primer poema de su obra Yo, el Tarot (2004), que comienza:

Peregrino en el encanto abominable de las formas,
mensajero de lo esencial, es decir de mí mismo,
desdeñando los ensueños del pensar
hago de todos los caminos mi camino... . (19)

Atendiendo a esta faceta liberada y liberadora, Jodorowsky ha cultivado una multitud de disciplinas sin necesidad de encasillarse ni definirse a través de ninguna de ellas, integrándolas todas en su camino iniciático. En lo que respecta a su empleo del Tarot, baste señalar que este código tiene mucha relación con la alqui­mia; sin ir más lejos, la carta del Loco simboliza el elixir alquímico. Jodorowsky lo sabe y esto aporta un sentido especial a su iden­tificación con este motivo. Nada resulta fortuito. En su sagrada locura él es filósofo, místico, tarólogo, escritor y, entre todas las disciplinas cultivadas, poeta. Y poeta no solo de versos, sino funda­mentalmente ante la vida, de modo que todo cuanto ha realizado a lo largo de su trayectoria artística puede entenderse —más allá de las estrictas clasificaciones genéricas— como acción poética.
La poesía se concibe entonces como vía para acceder al cono­cimiento holístico, al fuego sagrado o fuego secreto de los filósofos (según la denominación de Patrick Harpur) del que el autor desea participar convertido en encarnación de Prometeo. Poesía que es esa “llama de amor viva” (San Juan de la Cruz, Antología 99), esa música callada de la mística que a solas se percibe en el silencio. Poesía que contiene el latido del mundo; que es ritmo vital, “el arte de la música” que ensalzaron los simbolistas a través de la conocida máxima de Verlaine “De la musique avant toute chose”, recogida en “Art Poétique”, 1874 (Torre, 33 poemas simbolistas 70-71). En confluencia con esta cuestión, basta señalar que la alquimia fue conocida en sus inicios como “el arte de la música”. Las semejanzas se acentúan.

María Teresa Sánchez Carmona. “El poder de la palabra: poesía y alquimia en Alejandro Jodorowsky”.

╰☆╮

La cuadratura de mi círculo busca la curvatura de tu cuadrado.
— Alejandro Jodorowsky 
Tu corazón se abrirá como una catedral ardiente y, de su vieja herida, surgirá una mariposa de oro.
— Alejandro Jodorowsky 
Mientras el ego vegeta con la semilla del alma pudriéndose en su mano, el amor pasa a su lado con la celeridad de un balazo.
— Alejandro Jodorowsky
Conviertan cada caricia en cometa, cada penetración en misa, cada grito de amor en un cosmos infinito.
— Alejandro Jodorowsky


∼✻∼
Montaje de Imagen: Manny Jaef 
@alejodorowsky en Twitter

No hay comentarios:

Publicar un comentario